Texto de Alejandro Pérez Ordóñez
Fotografías de © Rafael Galán García

Tarifa (Cádiz) ocupa un lugar destacado en la historia de al-Andalus por su situación en el Estrecho de Gibraltar, por donde en 711 se produjo la llegada de tropas musulmanas a la península Ibérica. En otra entrada hemos mostrado las murallas de esta ciudad, la más meridional de Europa, y hoy conoceremos la principal fortaleza tarifeña, conocida como Castillo de Guzmán el Bueno. Como siempre, gracias a las fotografías de Rafael Galán.



En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso [1], la alabanza a Dios, Señor de los mundos, y bendiga [2] Dios a Muhammad, Sello de los Profetas [3]. Ordenó el Siervo de Dios ‘Abd al-Rahman [4] Príncipe de los creyentes, prolongue Dios su permanencia [5], la construcción de esta torre y se terminó con la ayuda de Dios [6] en el mes de safar del año [7] trescientos cuarenta y nueve [8], bajo la dirección del visir [9] ‘Abd al-Rahman ibn Ya’là [10], su cliente [11].
Lápida fundacional del castillo de Tarifa.
Traducción de Mª Antonia Martínez Núñez (Universidad de Málaga).



El texto anterior aparece escrito en árabe en la lápida fundacional de esta fortaleza, conservada sobre la puerta principal, indicándonos este excepcional documento epigráfico la fecha (año 960) de la fundación de la misma por el califa ‘Abd al-Rahman III. El objetivo era frenar una posible invasión de los fatimíes, enemigos de los omeyas, que habían establecido un califato en el norte de África, Sicilia, el Levante mediterráneo y parte de la península Arábiga.



El castillo tarifeño se asienta sobre una meseta rocosa, explanada artificialmente, junto al actual puerto de la ciudad, y presenta planta trapezoidal. Sus murallas están flanqueadas por una serie de torres rectangulares poco salientes, separadas por lienzos muy cortos, presentando todo el frente de lienzos y torres la misma elevación.



Una peculiaridad de estos muros califales es la presencia de una imposta que recorre toda la construcción (aunque se conserva parcialmente), con algunos cambios de altura. Este elemento tiene algunos paralelos en edificios cordobeses, como la Puerta de Sevilla, el antiguo Alcázar (hoy Palacio Episcopal) o la propia Mezquita-Catedral.



Asimismo, es interesante la puerta principal, también llamada Puerta de la Lápida, de la Inscripción Fundacional o de ‘Abd al-Rahman III, en el flanco occidental, que originalmente debió presentar un arco de herradura enjarjado, aunque los arranques del intradós fueron cercenados o “afeitados” para darle la traza de medio punto que muestra actualmente. La lápida fundacional, en mármol, aparece inserta sobre la clave del arco. Esta puerta es de acceso directo y se abre entre dos torres, esquema constructivo que podemos observar también en Gormaz (Soria), Vascos (Toledo), la puerta de Bisagra Vieja de Toledo, la ampliación del Dar al-Imara en el Real Alcázar de Sevilla y la Alcazaba de Mérida.



Entre las modificaciones posteriores a esta fábrica original destaca una gran torre albarrana octogonal, datada en el periodo almohade y conocida como Torreón de Guzmán el Bueno. Esta torre se une al conjunto principal por una coracha, que se vio reforzada en el siglo XIV por una segunda coracha donde se abrió la puerta gótica llamada del Mar.



Toda la fortaleza se encuentra rodeada por una barbacana de mampostería, también de construcción cristiana. Igualmente castellanos son los merlones de punta de diamante que coronan parte de los muros y torres.



La fábrica de la fortaleza califal es de sillares a soga y tizón, aunque no se conserva en todo su alzado en ningún punto del perímetro, habiendo sido recrecida con adiciones de diversas técnicas de sillarejo y mampostería a lo largo de la dilatada historia del monumento, que ha sufrido repetidos asedios, desde la conquista cristiana en 1292, hasta el sitio por las tropas napoleónicas durante la Guerra de la Independencia en 1812.



No podemos dejar de reseñar la famosa leyenda de la gesta de Alonso Pérez de Guzmán, que le valió su apelativo de Guzmán el Bueno, nombre con el que se suele conocer a este castillo. Según esta tradición, Alonso había sido nombrado alcaide de la fortaleza en 1294, tras haberla incorporado Sancho IV el Bravo a la Corona de Castilla desde 1292. Los musulmanes no se resignaban a la pérdida de esta plaza, y continuaron asediándola. Llegaron a secuestrar al hijo del alcaide, amenazándole con matarlo si no rendía la plaza, pero Alonso prefirió ver morir a su hijo antes que entregar la villa, llegando incluso a arrojar a los secuestradores su propio cuchillo para que cumplieran su amenaza.



La fortaleza acogió en época contemporánea un acuartelamiento militar, pasando en 1989 a propiedad municipal. En esa fecha comenzaron estudios arqueológicos y trabajos de restauración, y actualmente en el edificio está abierto un centro de interpretación de la Frontera Castellano-Nazarí, que organiza visitas guiadas al monumento.
Magnífica entrada, ahora sólo me queda la visita.
Me gustaMe gusta
Espero que sea pronto 😉 ¡Gracias!
Me gustaMe gusta
Hala, otro para mi lista de castillos para visitar, que creo que necesitaré unas veinte vidas para verlos todos. Además mire usted, he aprendido lo que son los merlones, que no me lo sabía.
Me gustaMe gusta
Me alegro de que sigas aprendiendo, y aumentando tu lista de castillos. Un abrazo 🙂
Me gustaMe gusta