Texto de Alejandro Pérez Ordóñez
Fotografías de © Rafael Galán García

En la zona suroccidental de la provincia de Málaga, entre la Serranía de Ronda y la Costa del Sol, se encuentra el actual municipio de Benahavís. Su término, próximo al mar, es muy amplio y montañoso, y aunque parcialmente amenazado por el expansionismo urbanista de la gran conurbación turística malagueña, es rico en paisajes y lugares del mayor valor ecológico, formando parte del macizo montañoso de Sierra Bermeja, y asimismo posee numerosos yacimientos de diversas épocas históricas, entre ellas la andalusí. Hoy, Rafael Galán García y Alejandro Pérez Ordóñez se desplazan hasta una de las alquerías andalusíes que existieron en este territorio, que identificamos sobre todo por los restos de la Torre de la Romera.


Accedemos al lugar a través de caminos rurales, desde el casco urbano de Benahavís o urbanizaciones de los alrededores. La torre y su alquería asociada se encuentran a los pies de una abrupta elevación conocida como Montemayor, en cuya cumbre existe una fortaleza medieval, destinada a la vigilancia y protección de todas estas tierras.


La alquería se ha querido identificar con la citada en las fuentes como al-Ward, o bien con la de Mawrur o Morón. En todo caso, el yacimiento se puede datar entre los siglos XII y XIV por las cerámicas que se observan en superficie. Cerca de la torre aún existe una fuente de agua que debió servir para abastecer a los pobladores de la zona. Los habitantes de la alquería se dedicarían a la agricultura y la ganadería, pero también se trabajaban la seda y el lino, como en otras zonas rurales del Reino de Granada, por ejemplo La Alpujarra.


En el siglo XV, la alquería sufrió el ataque de un grupo de corsarios portugueses que cruzaron el Estrecho de Gibraltar desde Ceuta, teniendo como consecuencia la muerte de más de 50 pobladores y el saqueo de todas las reservas de lino.


La torre aparece adosada a una abrupta pared rocosa. Los muros, de más de un metro de anchura, son de mampostería y sillarejo. El ladrillo se emplea en el arco y jambas de la puerta de acceso. Debió tener al menos dos plantas, de las que se conserva sólo una. El interior se distribuye en dos habitaciones con bóvedas de cañón, una mayor, con unas dimensiones de 4,2 x 2,5 m, y la otra muy estrecha, de sólo 3 x 1 m. Se comunican por un amplio vano con arco escarzano de lajas de piedra escuadradas.


Las bóvedas conservan la impronta del cañizo que se usó como cimbra o molde para su construcción. Ambas presentan grandes grietas en toda su longitud, lo que indica que se están abriendo. Desde la habitación más estrecha, en el ángulo noroeste del edificio, parte el arranque de una escalera que daría acceso al piso superior, hoy desaparecido.


La torre se encuentra hoy, como se puede apreciar, en mal estado de conservación, rodeada de vegetación invasora que con sus raíces deteriora progresivamente sus muros y va acelerando el proceso de ruina.


Se puede recabar más información en el estudio histórico-arqueológico de la torre realizado por Carlos Gozalbes y publicado en la revista Cilniana:
GOZALBES CRAVIOTO, Carlos: “La torre medieval de La Romera (Benahavís)”. Cilniana, 15 (2002), pp. 45-54.
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3228924.pdf


Menos mal que todavía quedan sitios a los que no llega la fiebre urbanística…
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Cierto, aunque si observas algunas de las fotos, podrás apreciar cómo los campos de golf y urbanizaciones se extienden hasta casi «los pies» de este yacimiento.
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Estupendo reportaje, algún día me encantaría subir, aunque quizás no sea una subida fácil. De momento, me conformo con tus palabras tan bien ilustradas por las fotos de Rafa.
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Cuando te animes a subir iremos por la parte más sencilla y no haciendo la cabra como el compadre Rafa y yo 😉
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[…] arqueológicos, entre ellos varias alquerías andalusíes (en esta página ya presentamos la de La Romera) y sobre todo el Castillo de Montemayor, que recorremos hoy, como siempre de la mano del […]
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