Reseña histórica de ‘La conquista del Reino de Granada por los Reyes Católicos según los cronistas árabes’

Prólogo, selección de textos y notas 1, 3, 5, 7, 8, 9, 10, 12 y 13 de Germán Cano López.
Investigador del Patronato de la Alhambra y el Generalife de Granada en 2013 y 2014.
Colaborador del Laboratorio de Arqueología y Arquitectura de la ciudad (EEA) (CSIC) de Granada en 2014.
Fotografías de © Rafael Galán García

La Alhambra, Granada
La Alhambra, Granada

Prólogo: los últimos años. De 1489 a 1492.

En uno de mis últimos viajes a Granada, David Santa Isabel, buen amigo que corregenta la librería Bakakai, me contó que tenía un libro que seguramente me podría interesar: era la edición facsímil editada en 1986 del libro Reseña histórica de la conquista del reino de Granada por los Reyes Católicos según los cronistas árabes de Leopoldo de Eguilaz Yanguas, catedrático de la Universidad de Granada, publicado originalmente en esa misma ciudad por la tipografía Hospital de Santa Ana en 1894.

El trabajo de Leopoldo de Eguilaz es un riguroso punto de partida para investigar las crónicas árabes que ya se empezaban a conocer en el siglo xix basadas fundamentalmente en los fragmentos contenidos en las Analectas sobre la historia y literatura de los árabes en España de Almaccari [1] y en otra importante fuente sobre la dinastía nazarí como un manuscrito anónimo de El Escorial conocido como Narraciones de la época sobre la extinción de la dinastía nazarita.[2]

A partir del extenso y riguroso trabajo de Leopoldo de Eguilaz Yanguas he elaborado un breve resumen cronológico sobre algunos aspectos del relato de los últimos tres años de la toma de Granada: algunos son totalmente inéditos y otros conocidos, pero poco divulgados, remitiéndome en todos ellos a ambas reseñas históricas.[3]

Los testimonios inéditos son sumamente rigurosos y clarificadores y quisiera hacer mención especial de algunas noticias. Una narra el momento en que los notables de Granada indican a Boabdil los efectos de la hambruna que estaba padeciendo el pueblo a consecuencia del asedio cristiano, siendo la respuesta de este: resolved lo que os parezca y tomad el partido que convenga más a vuestra salud, momento a partir del que se formó una comisión para comenzar la negociación de las Capitulaciones.

Otro apartado —en mi opinión poco estudiado y divulgado— es una cláusula de las Capitulaciones que dice: el señor de Roma (Papa) garantizaría con su firma la capitulación, con otras condiciones semejantes que se omiten en gracia de la brevedad. [4]

Otra disposición —conocida pero poco divulgada—[5] es la cantidad de musulmanes que fueron nombrados por los Reyes Católicos en prácticamente todas las áreas de gobierno de la ciudad[6]. Lo mismo sucede con un valioso documento conservado en el Archivo General de Simancas: una carta autógrafa de Boabdil a los Reyes Católicos en la que acepta las capitulaciones y los pactos de entrega de la ciudad de Granada que había llevado a cabo su alcaide Abul Casim el Malih, traducido del árabe por Leopoldo de Eguilaz Yanguas. Además de estas primitivas crónicas, se conservan fuentes andalusíes muy anteriores que también fueron traducidas en el siglo xix, como la de autor anónimo Ajbār maymūa, la de Ibn al-Qūtiyya Ta´rij iftitāh al-Andalus o la importante obra del cordobés Ibn Hayyān, así como otras obras fundamentales, como la del tunecino de origen andalusí Ibn Jaldūn.[7] En todas ellas, la profusión de noticias es una característica del propio concepto árabe de historia narrada, que en ese sentido contiene más historiografía que explicación, y así es practicada por la inmensa mayoría de los historiadores árabes.

Para realizar este resumen también he consultado algunas de las crónicas cristianas que narran las vicisitudes a que estuvo sometido Boabdil por sus propios partidarios y el desenlace final de la negociación del emir nazarí y los Reyes Católicos para la entrega de Granada. Es un hecho evidente que esas narraciones históricas[8] no son muy diferentes, a los relatos andalusíes de ese periodo que aparecen en el texto estudiado y traducido por Leopoldo de Eguilaz Yanguas.

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La importancia de la Córdoba islámica

Texto y fotografías de Rafael Jiménez Álvarez, Profesor de Geografía e Historia

Mezquita aljama de Córdoba. Cúpula ante el mihrab.
Mezquita aljama de Córdoba. Cúpula ante el mihrab.

Introducción

Se podría decir que las ciudades son como los seres vivos, o como las civilizaciones, porque nacen, crecen, llegan a su plenitud y luego decaen. Córdoba tuvo su edad dorada en el siglo X, en plena época islámica, convirtiéndose en una de las ciudades más importantes del mundo. Entonces fue ejemplo a imitar por otros muchos reinos y ciudades, así como foco de atracción para quiénes querían conocer lo más excelso del conocimiento, la ciencia, el arte y la cultura.

Esta afirmación no está sustentada en el chovinismo o amor a lo local. Son numerosos los personajes de importancia, claramente neutrales, que han puesto de manifiesto la importancia de Córdoba en dicha época. El historiador estadounidense Stanley G. Payne nos dice que “En dimensiones, servicios, cultura y economía, la Córdoba del califato no tenía rivales en Europa occidental, y en Oriente solo Constantinopla podía parangonársele”. En la misma línea se manifiesta un personaje que vivió en aquella época, la monja alemana Roswita von Ganderheim que decía de Córdoba: “Joya brillante del mundo, ciudad nueva y magnífica, orgullosa de su fuerza, celebrada por sus delicias, resplandeciente por la plena posesión de todos los bienes”. Ya en el siglo IX, dentro de lo que podemos considerar el bando cristiano de la época, su papel tampoco queda menoscabado como lo ponen de manifiesto las siguientes palabras del mártir cristiano Eulogio: “Córdoba, en otro tiempo patricia, es hoy bajo las riendas de Abd al-Rahman la floreciente capital del reino árabe, exaltada hasta la cumbre misma de la gloria. La ha sublimado con honores y ha extendido su fama por doquier, la ha enriquecido sobremanera y la ha convertido en un paraíso terrenal”.

Las ciudades importantes irradian su influencia tanto por su forma, es decir, su extensión o la prestancia de sus edificios, como por las actividades que llevan a cabo quienes la habitan. A menudo han sido autores extranjeros los que han hecho hincapié en la importancia de la Córdoba islámica, mientras que muchos historiadores españoles la han minusvalorado, cuando no han tratado a la civilización hispanomusulmana como una especie de postizo; de paréntesis; de algo que no es nuestro. Baste hojear cualquier libro de texto de historia de España para comprobar que se habla de la conquista romana o del reino visigodo pasando de puntillas sobre la palabra invasión, que sin embargo es la más utilizada para referirse a los musulmanes. O constatar la abundante bibliografía de autores españoles sobre la Hispania Romana, o los reinos cristianos del norte, en comparación con la escueta producción sobre los más de ocho siglos de civilización hispanomusulmana.

A veces hay que romper esa inercia y ponerse manos a la obra para acabar con ciertos prejuicios que van anclándose en nuestra memoria colectiva sin que nos demos cuenta. De cómo Córdoba llegó a ser esa ciudad tan importante, del legado que dejó y su trascendencia trataremos a continuación.

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Placas con decoración de lazos de cuatro y estrellas de ocho puntas del taller del Maestro Mateo, en el Museo de la Catedral de Santiago de Compostela

Por Germán Cano López

Recientemente en un viaje a Santiago de Compostela, al visitar las salas del Museo de la Catedral, donde se exhiben piezas del maestro Mateo, vi expuestas unas placas de granito con decoración de lazos de cuatro y estrellas de ocho puntas, una de ellas con restos de policromía. La cartela indicaba: Ca. 1200-1225, del taller del maestro Mateo (figuras 1, 2 y 3). Al principio me extrañó que en la catedral de Santiago se hubiera utilizado una de las combinaciones decorativas más emblemáticas del arte hispanomusulmán.

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