Texto de Alejandro Pérez Ordóñez
Fotografías de © Rafael Galán García

Alcalá la Real es un municipio de la Sierra Sur de Jaén pero muy próximo a la capital granadina. Con una estratégica ubicación geográfica, destacó históricamente por su importante papel en la frontera entre los territorios cristianos y al-Andalus en tiempos del Reino Nazarí de Granada. La Alcalá andalusí se ubicaba dentro del recinto amurallado que hoy corona el cerro llamado La Mota, en la parte alta de la actual ciudad, formando un despoblado arqueológico y monumental que vamos a recorrer, dentro de nuestra serie Viaje por al-Andalus, con el arqueólogo Alejandro Pérez Ordóñez y el fotógrafo Rafael Galán García. ¡Acompáñenos!



La Mota se ubica a una altitud de 1.036 metros sobre el nivel del mar. Desde su emplazamiento se dominan amplias perspectivas de las sierras y campiñas meridionales jiennenses y cordobesas, así como del cordón montañoso que rodea a la capital granadina, con el telón de fondo de Sierra Nevada, y conectada visualmente con la Alhambra a través de la fortaleza de Moclín y una red de torres atalayas, algunas de las cuales aún subsisten.



Como corresponde al topónimo Alcalá, del árabe al-qala’a, se trata de un asentamiento fortificado, que aún hoy está circundado por una línea de murallas torreadas, con varias puertas (llamadas de las Lanzas, de la Imagen, del Peso de la Harina, de Santiago y de San Bartolomé) y una alcazaba o recinto militar y residencial principal. Intramuros se pueden contemplar hoy los restos arqueológicos de algunas calles y viviendas de la Alcalá andalusí y castellana.



Un paseo por estos barrios de la antigua medina alcalaína nos permite observar los pavimentos empedrados, las habitaciones y patios que formaban sus casas, y áreas de almacenamiento donde se han hallado grandes tinajas que servían para contener alimentos, permitiéndonos evocar muchos aspectos de la vida de sus pobladores medievales.



Alcalá fue tras la conquista islámica asentamiento de grupos yemeníes. En el siglo XII fue gobernada por los Banu Sa’id, siendo conocida como Qala’a Banu Sa’id, o Alcalá de Benzaide en las crónicas castellanas.



Alfonso XI, rey de Castilla y León, incorporará la ciudad a sus dominios el año 1341, haciéndola depender directamente de la Corona y fundando una abadía de Patronato Real. Además, le otorgó otros privilegios, como la exención de impuestos, lo cual atrajo a numerosos nuevos pobladores para reforzar estas tierras de frontera frente a la cercana Granada nazarí.



Uno de los elementos que destaca en el perfil del conjunto monumental es la Iglesia Abacial de Santa María la Mayor, imponente construcción que se erigió entre 1530 y 1627. El edificio, de trazas góticas y renacentistas, destaca, además de por su rotunda arquitectura, por mostrar en su interior las excavaciones arqueológicas de un área cementerial con numerosas tumbas, que ocupan la práctica totalidad de la planta de la iglesia, superponiéndose enterramientos visigodos y otros ya islámicos. Otros elementos arqueológicos hallados en el interior de la iglesia abacial son dos aljibes y fábricas de sillares que datan de época romana.



La Alcazaba de Alcalá la Real fue modificada tras la conquista cristiana, destacando la gran Torre del Homenaje, que alcanza los 20 metros de altura, así como las torres de la Vela y Mocha, que son los tres vértices que marcan el recinto amurallado de este ámbito separado del resto de la ciudad.



En el interior de la Alcazaba se puede visitar hoy un interesante museo arqueológico con materiales procedentes de las distintas campañas de excavaciones desarrolladas y recreaciones sobre la vida cotidiana en estas tierras de fronteras medievales.



Alcalá, como muchas ciudades medievales, también contó con barrios extramuros o arrabales, especialmente tras el gran aumento de población posterior a la conquista castellana. Destacan los restos de la iglesia de Santo Domingo de Silos, a media ladera entre las murallas de La Mota y el casco urbano actual, que indican el área donde se ubicó uno de ellos, denominado Arrabal Viejo. Por su parte, el llamado Arrabal Nuevo fue el germen del núcleo habitado moderno.


Qué sitios tan maravillosos nos traéis los “compaes”; otro destino que me apunto en mi lista de pendientes, que a este paso va a ser interminable…
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