Silves. Alcazaba

Texto y fotografías de Alejandro Pérez Ordóñez
Profesor, arqueólogo e intérprete del patrimonio histórico

En nuestro Viaje por Al-Ándalus volvemos al Algarve, en el sur de Portugal, y en concreto nos dirigimos a su antigua capital, la villa de Silves. En esta localidad tendida plácidamente a lo largo del río Arade, con un rico pasado histórico andalusí, destaca el castillo o alcazaba que corona la cota más elevada del actual núcleo urbano.

En la colina sobre la que se asienta la fortaleza se han documentado elementos de la Edad del Bronce y romanos, relacionados con un primer asentamiento urbano con el nombre de Cilpes, que pudo situarse en el mismo emplazamiento de la ciudad actual o en el yacimiento de Cerro da Rocha Branca, a un kilómetro (D’Encarnação & Gonçalves 2014). También se han excavado restos visigodos, incluida una pequeña iglesia (Varela Gomes 2011: 10-11). La fortificación del lugar se data en los siglos VI-VII, pero se producirá una importante remodelación y ampliación en época califal (siglo X), en que se construye un primer palacio islámico fortificado, del que se han investigado parte de sus estructuras, con fábricas de tapial, y otros elementos como algunos capiteles (Varela Gomes 2003, 2011).

Silves (Šilb) cobró importancia en el contexto andalusí cuando se convirtió en capital de un pequeño emirato o reino taifa, gobernado por los Banū Muzayn, entre 1027 y 1063. Este último año acabó integrándose en la taifa abbadí de Sevilla, bajo el reinado de Al-Mu’taḍid, quien también anexionó los de Mértola, Faro (Santa María del Algarve), Huelva, Niebla, Morón, Arcos, Algeciras, Ronda y Carmona. Su hijo y sucesor, Al-Mu’tamid, llegó a Silves con doce años de edad, para ser educado por el poeta Ibn ‘Ammār (Abenamar), a quien después el futuro rey convertiría en su visir.

Al-Mu’tamid, que destacó por su dedicación a la poesía, dedicó una de sus composiciones a Silves, dando a su residencia el nombre literario de “Palacio de las Barandas” o “Alcázar de las Rejas” (Qaṣr al-Sarāŷib):

Ea, Abu Bakr, saluda mis lares en Silves y pregúntales si, como pienso, aún se acuerdan de mí.
Saluda al Palacio de las Barandas, de parte de un doncel que siente perpetua nostalgia de aquel alcázar.
(…)

(trad. García Gómez 1940)

En 1189, Silves fue conquistado por el rey portugués Sancho I, aunque los almohades lo retomarán en 1191. Estos reforzarán las fortificaciones de Silves a comienzos del siglo XIII, como atestigua una lápida, actualmente en el Museo de Faro, que cita la construcción de una torre (burŷ) en 1227 (624 H.), posiblemente una de las torres albarranas (Torres, Macias & Gomes 1999: 158). La ciudad volverá a caer en manos cristianas en 1242, conquistada por Pelayo Pérez Correa, maestre de la Orden de Santiago, volviendo a poder portugués definitivamente bajo el reinado de Alfonso III en 1253. El rey de Portugal promulgó el Fuero de Silves en 1266 y procedió a realizar nuevas obras para restaurar la fortaleza.

Se trata de un recinto fortificado de planta general irregular, ligeramente oblonga en sentido N-S, compuesto por once torres de planta cuadrangular, dos de ellas albarranas (exentas de la muralla pero unidas a ella por un paso elevado). La Puerta de la Almedina la conectaba con la ciudad (medina), que a su vez estaba protegida por otro perímetro amurallado. A mediados del siglo X se había formado un arrabal en el sector oriental de la ciudad, que en el siglo siguiente fue también amurallado (Gonçalves 2009, Gómez Martínez 2018: 159).

Volviendo a la Alcazaba, su interior albergaba un área residencial palaciega (el “Palacio de las Barandas” de los poemas de Al-Mu’tamid), así como otras construcciones domésticas destinadas a viviendas de los funcionarios de la corte taifal y de la guarnición militar, apreciándose hoy en día abundantes estructuras en un sector excavado y parcialmente restaurado. También se ha identificado un ḥammām, con una zona de letrinas.

Se han documentado asimismo, en las diversas campañas de excavaciones que se han sucedido en las últimas décadas (desde 1984), tres silos subterráneos de gran capacidad (se calcula entre 30.000 y 50.000 kilogramos de trigo), y tres cisternas, una de ellas de posible origen romano pero todas activas en el periodo medieval. Pero la principal estructura hidráulica es un gran aljibe, llamado popularmente Cisterna da Moura, construido a mediados del siglo XI, que abastecía de agua tanto a la fortaleza como a toda la ciudad, habiendo mantenido su uso original hasta el siglo XX. Actualmente es visitable y su estructura se compone de cuatro crujías cubiertas por bóvedas de cañón sobre pilares (Torres, Macias & Gomes 1999: 159).

En la visita turística actual también se pueden apreciar los restos del palacio almohade, del cual destaca su patio central al que se abren las estancias principales mediante vanos dobles con columnas y arcos polilobulados decorados con yeserías de paños de sebka, que no se han conservado en alzado pero han sido recreados en la restauración. Esta área palatina se encuentra adosada a la muralla oriental del recinto y ocupa unos 250 m2.

La mayor parte de las fábricas emplean una roca local, originada en el Triásico, denominada gres de Silves, con un intenso color rojizo que le da un aspecto muy característico a la fortaleza, al igual que a otras construcciones históricas de la ciudad, como la antigua catedral o el puente histórico sobre el Arade.

La Alcazaba de Silves está considerada una de las fortificaciones andalusíes más importantes de Portugal y fue declarada Monumento Nacional en 1910. Actualmente es una visita ineludible en el Algarve, el Garb al-Andalus, por su relevancia patrimonial e histórica.

BIBLIOGRAFÍA

D’ENCARNAÇÃO, José, GONÇALVES, Maria José (2014), “Cilpes/Cilpis/Xilb/Silves? Para uma discussão antiga um novo contributo: a inscrição de Silves evocativa do templo de Neptuno”, Espacio Tiempo Y Forma. Serie II, Historia Antigua, 26, Madrid, UNED, pp. 255–276, en línea: https://doi.org/10.5944/etfii.26.2013.13747
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VARELA GOMES, Rosa (2011), “O Castelo de Silves, do templo cristão à mais antiga fortificação islámica”, en VARELA GOMES, Rosa, VARELA GOMES, Mário, TENTE, Catarina (eds.), Cristãos e muçulmanos na Idade Média peninsular, encontros e desencontros, Lisboa, Instituto de Arqueologia e Paleociências das Universidades Nova de Lisboa e do Algarve, pp. 9-16.
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