Lanjarón. Castillo

Texto de Alejandro Pérez Ordóñez
Fotografías de © Rafael Galán García

Continuando este Viaje por Al-Ándalus, vamos de nuevo a la provincia de Granada, hasta el pueblo de Lanjarón, que se sitúa entre las comarcas del Valle de Lecrín y de La Alpujarra (geográficamente pertenece a la primera, aunque desde tiempos medievales se ha considerado incluido en el territorio alpujarreño y generalmente se le asocia más a dicho espacio, en especial desde el punto de vista turístico en la actualidad). En esta localidad, famosa por sus aguas y su balneario, vamos a detenernos en su castillo de origen andalusí.

El Castillo de Lanjarón, conocido en la localidad como Castillo de los Moros, data del periodo nazarí, aunque casi todas las estructuras visibles actualmente fueron construidas por los castellanos entre finales del siglo XV y comienzos del XVI. Fue edificado inicialmente en el marco del programa defensivo desarrollado en el reinado de Yūsuf I o de su hijo Muḥammad V, en el que también se crearon las fortalezas de Restábal, Mondújar y Moclín. Lanjarón (Al-Anŷarūn) aparece en las fuentes andalusíes incluido en la taha de Ferreyra en los siglos XII y XIII (periodos almorávide y almohade), por lo que administrativamente formaba parte de La Alpujarra, aunque posteriormente los gobernantes nazaríes (siglos XIII-XV) lo incluyeron en el Valle de Lecrín (Iqlīm Garnāṭa). La localidad pasa a control de los castellanos en 1492 a la vez que todo el territorio alpujarreño, y fue escenario de la sublevación de los mudéjares en 1500 contra la política represiva del Cardenal Cisneros, haciéndose fuertes en el castillo. Muchas fortificaciones alpujarreñas fueron destruidas en esta época para evitar este tipo de episodios, pero el castillo de Lanjarón fue utilizado por las tropas castellanas, lo que propició su conservación. No obstante, a partir de la Guerra de las Alpujarras, en 1568, el castillo comienza a arruinarse y dejar de tener utilidad, hasta que en 1592 cesa definitivamente su uso militar y queda abandonado desde entonces. En este siglo tuvo varios alcaides castellanos: desde 1500 Juan de Baeza, desde 1506 Álvaro Dávila, desde 1514 Juan Contreras y tras su muerte se le concedió a uno de sus hijos.

El castillo se ubica sobre un escarpado cerro, cortado por acantilados verticales en algunas partes, a 619 metros de altitud, en una cota inferior a la del casco urbano de Lanjarón, que se distribuye entre los 650 y los 680 metros en la mayor parte de su trazado actual. Entre el castillo y el pueblo se distribuyen espacios de cultivos aterrazados, irrigados mediante una red local de acequias que aún subsiste, y que debieron constituir la base agrícola del asentamiento desde época medieval. Junto al castillo discurre el cauce del Barranco Salado, que desemboca más abajo en el río Lanjarón, tributario del Ízbor (cuenca hídrica del Valle de Lecrín) y este a su vez del Guadalfeo, principal curso fluvial de la Alpujarra en su sector granadino.

La planta del castillo se adapta al sustrato rocoso, generando un trazado irregular. En las caras este y oeste el terreno se corta en precipicios verticales, lo que lo hace inexpugnable por estos flancos. El castillo está compuesto por dos recintos. Todas las fábricas son de mampostería en hiladas, con refuerzos de cantería caliza a soga y tizón en las esquinas. Los muros tienen todos un grosor uniforme de 1,20 m.

El primer recinto se extiende por las vertientes sur y oeste del conjunto, y sus murallas a veces se disponen al borde mismo de los acantilados. Se conserva el arranque de un arco de la puerta de acceso. El segundo recinto se sitúa en la zona más elevada del promontorio y su muralla incluye dos grandes torres, la principal al sur y otra semicircular al norte. A este recinto se accede por un pasadizo cubierto por una bóveda de cañón, y quedan vestigios de haber contado con un rastrillo. El espacio interior tiene una fuerte pendiente, a la cual se adaptan todas las estructuras constructivas. Hay restos de un almenado, con merlones prismáticos y construido con la misma mampostería que los lienzos, que probablemente se extendió por todos los coronamientos del conjunto.

En el interior de la torre principal se situaba el aljibe, elemento fundamental para el abastecimiento hídrico del enclave y por tanto para su subsistencia. Este consiste en una nave rectangular de 5,25 x 2,60 metros, con 1,65 m de altura, cubierta con bóveda de cañón, que conserva el enlucido hidráulico interior, que estuvo pintado de almagra como elemento impermeabilizante. Subsiste parte del conducto inclinado que servía como entrada de aguas.

En el extremo SO de este recinto hay un espacio rodeado de la muralla por tres de sus lados, donde se abren cuatro troneras abocinadas, dos de ellas cegadas y una lo bastante amplia como para haber albergado una pieza de artillería.

Los estudios arqueológicos realizados sobre esta construcción revelan al menos dos grandes fases constructivas (García-Porras, 2000: 267), una primera de la que quedan escasos restos bastante arrasados bajo las murallas, seguramente correspondiente a la fortificación andalusí de cronología nazarí, y la segunda que contiene la mayor parte de las fábricas ya descritas, correspondiente a las importantes reformas y fases de uso por parte de la guarnición militar castellana entre finales del siglo XV y mediados del XVI. Además, en algunos paramentos exteriores se conserva un enlucido con diseños en formas de elipses, “comas” o “lágrimas”, también presente en otras fortificaciones próximas y que se suele datar en la época castellana. Los estudios cerámicos realizados mantienen estos datos cronológicos (Lentisco, 2008).

Por sus dimensiones y características, es evidente la función militar que desempeñó esta fortaleza desde sus orígenes, ubicada en un emplazamiento estratégico fundamental para controlar las principales vías de comunicación entre Sierra Nevada, La Alpujarra, el Valle de Lecrín (camino hacia la capital granadina) y la costa mediterránea en el entorno del Bajo Guadalfeo.

El castillo de Lanjarón ha sido objeto de varias intervenciones y diversos estudios arqueológicos (algunos especializados, como los ceramológicos, arqueozoológicos y los de Arqueología de la Arquitectura), siendo uno de los mejor conocidos a nivel científico de las áreas del Valle de Lecrín y La Alpujarra. Se encuentra restaurado y se puede visitar de forma libre, aunque con limitaciones de acceso para personas con movilidad reducida dadas las características del terreno y las estructuras conservadas. Está protegido como Bien de Interés Cultural (BIC) con la tipología de Monumento.

Para saber más:

ALONSO VALLADARES, M., VALENZUELA LAMAS, S. (2021), “Nuevos tiempos, nuevos poderes. El castillo de Lanjarón a través de sus restos faunísticos a comienzos de la Edad Moderna”, en GARCÍA PORRAS, A. (coord.), Manifestaciones materiales del poder en al-Andalus, Bilbao, Universidad del País Vasco, pp. 203-214.

BONET GARCÍA, M.T., CAÑADAS SUÁREZ, J.A., ÁLVAREZ GARCÍA, J.J. (2007), “Intervención de análisis de estructuras emergentes y seguimiento de la restauración del castillo de Lanjarón, Granada”, Anuario Arqueológico de Andalucía 2007.

GARCÍA PORRAS, A. (2000), “Un elemento de control del territorio en los primeros tiempos de dominación castellana del Reino de Granada. El castillo de Lanjarón (Granada)”, en Actas do 3º Congresso de Arqueologia Peninsular, Volume VII, Arqueologia da Idade Média da Península Ibérica, Oporto, ADECAP, pp. 263-274.

GARCÍA PORRAS, A., BANQUERI FORNS-SAMSÓ, J.J. (2001), “El Castillo de Lanjarón. Primeros resultados de la última intervención arqueológica”, Anuario Arqueológico de Andalucía 1996, 190-200.

GARCÍA PORRAS, A., BONET GARCÍA, T., CAÑADAS SUÁREZ, J.A. (2016), “El castillo de Lanjarón (Granada), un análisis arqueológico y arquitectónico de conjunto”, en GARCÍA PORRAS, A. (coord..), Arqueología medieval y restauración, Granada, Alhulia, pp. 207-233.

LENTISCO NAVARRO, J.D. (2008), “El castillo de Lanjarón (Granada). Un análisis a partir del estudio de la cerámica recogida en la intervención arqueológica de 1995”, @rqueología y Territorio, 5, pp. 141-159.

LÓPEZ GUZMÁN, R. (coord.) (2002), Arquitectura de Al-Ándalus. Almería, Granada, Jaén, Málaga, Granada, Comares, pp. 311-313.

MARTÍN GARCÍA, M., BLEDA PORTERO, J., MARTÍN CIVANTOS, J.M. (1999), Inventario de arquitectura militar de la provincia de Granada (siglos VIII al XVIII), Granada, Diputación, pp. 283-284.

MOLINA FAJARDO, M.A. (2012), “Castillos, fuertes y atalayas: fragmentos de una memoria islámico-cristiana en el Valle de Lecrín (Granada)”, en BARRAL RIBADULLA, M.D., FERNÁNDEZ CASTIÑEIRAS, E., FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, B., MONTERROSO MONTERO, J.M. (coords.), Mirando a Clío. El arte español espejo de su historia. Actas del XVIII Congreso del CEHA. Santiago de Compostela, 20-24 de septiembre de 2010, Santiago de Compostela, Universidad de Santiago de Compostela, pp. 2919-2930.

RUIZ JARAMILLO, J., GARCÍA PULIDO, L.J., ALBA DORADO, M.I. (2018), Revisión, cualificación y actualización de la información sobre arquitectura defensiva de la comunidad autónoma andaluza. Castillo de Lanjarón, Consejería de Turismo, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía.

SÁNCHEZ ALONSO, Á. (2023), Castillo de Lanjarón, https://sites.google.com/view/castillodelanjaron/inicio

TRILLO SAN JOSÉ, C. (1994), La Alpujarra antes y después de la conquista castellana, Granada, Universidad.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.